lunes, 28 de abril de 2014

La caza del gogogo



“El gogogo salió de su guarida y miró alrededor, esperando a que sus ojos se acostumbraran a la luz. Podía pararse en sus patas traseras, pero prefería el andar de los cuadrúpedos: estaba ahorrando energía para el largo invierno que se aproximaba.
 Los humanos aparecieron de todas partes. Le apuntaban con extrañas armas, diseñadas especialmente para darle caza. El gogogo gruñó, anticipándose al primer disparo.

Ya llevaba tres partidas perdidas. Definitivamente Carlos era el mejor jugador de Cuco en la empresa. Cuando Clarisa pidió un piloto para un viaje corto, aproveché la oportunidad de retirarme antes de perder la cuarta.
 Tenía que llevar a tres adolescentes hasta un punto en el sector norte del planeta Oké-mo. Todos sus papeles estaban en orden, así que salimos de inmediato.

 Ignorando mis muchos intentos por empezar una conversación, los jóvenes cuchichearon entre ellos todo el viaje. Cuando llegamos, bajaron casi al instante y fueron corriendo hacia un montículo que se vislumbraba a lo lejos. Yo debía esperarlos, pero mi curiosidad siempre pudo más…

 Casi grito de sorpresa al ver la escena que se escondía detrás del montículo. Una veintena de personas con vestimentas camufladas y armamentos flotaban en el aire en un círculo perfecto y se contorsionaban con muecas de dolor. Flotaban alrededor de la enorme criatura, el gogogo
, de más de diez metros de altura, que les rugió amenazadoramente. Los adolescentes que yo había llevado entonaban cantos de burla hacia los cazadores, a la vez que desplegaban una bandera en la que se leía “No a la caza del gogogo de Oké-mo”.
 De repente, una fuerza invisible me levantó del piso. El gogogo, parado en sus patas traseras, dirigió su mirada hacia mí. A pesar de estar siendo arrastrado por los poderes mentales de un extraterrestre gigante, no sentí nada de miedo. Creo que él mismo tranquilizaba mi mente, a la vez que la examinaba. Varias imágenes de mi pasado se proyectaban frente a mis ojos, a medida que el gogogo intentaba saber de qué lado estaba.
 Intenté hablarle, pero estaba totalmente inmovilizado. Tampoco sabía si entendería mis palabras. Entonces, hice un gran esfuerzo y me imaginé repetidas veces a mí mismo, yéndome en mi nave con los adolescentes y todas las armas de los cazadores. Después podría soltarlos sin peligro.
 Después de un rato, el gogogo me entendió.”

-¿Y que hiciste con todas las armas?
- Hice que mis pasajeros las destruyeran durante el viaje, a la vez que les decía mi opinión sobre burlarse y festejar mientras hay vidas en peligro, aunque esas vidas hayan cometido un terrible error.

lunes, 21 de abril de 2014

¡Invasión!



Rodrigo estaba furioso, iba de un lado al otro del módulo lunar donde vivía con su hijo, revolviendo el interior de los cajones. Los vaciaba sobre el piso en busca de algo que no aparecía. Hernán, su hijo, lo miraba desde una distancia prudente sin saber muy bien que hacer, ya que nunca antes había visto a su padre tan enojado.
-Ahí estás, hijo. Vení, dame una mano. Necesito que revises la cajonera que está debajo del Holovisor. Estoy buscando un documento muy importante, es un contrato que dice Federación Intergaláctica de Planetas.-
Sin perder ni un segundo Hernán obedeció a su padre y se dispuso a revisar papel por papel donde Rodrigo le había indicado. Mientras tanto, éste seguía buscando frenéticamente por el resto del módulo.
 -¿Por qué hay que encontrar eso papá?- Preguntó Hernán mientras revisaba un pila de hojas.
 –Porque es importante- Respondió su padre sin levantar la cabeza.
 -¿Y por qué es importante? Retrucó Hernán.
 –Bueno, porque... es difícil de explicar, cosas legales… ¿viste?- E intentó cambiar de tema esperando que su hijo se olvide de la pregunta y vuelva a la búsqueda, pero eso no fue suficiente para calmar la curiosidad de Hernán, que veía toda esa situación con extrañeza, como si fuese un juego más.
–Bueno, mirá, el tema es así. Hace un par de semanas hice un trabajo para la Federación. ¿Te acordás que me fui por unos días?
-Si, me acuerdo-
-Bueno, el trabajo, según me habían dicho, era llevar un cargamento al Planeta P, en la otra punta de la galaxia. El dinero era bueno, y las otras veces que había trabajado para ellos había salido todo bien, así que acepté. Yo sabía que la Federación Intergaláctica de Planetas estaba teniendo problemas con algunos planetas deshabitados del extremo galáctico y cuando les pregunté, me dijeron que el cargamento era de provisiones para los operarios. Pero cuando llegué allá descubrí que nada era como me habían dicho. Primero, el Planeta P no estaba deshabitado, sino que moraban ahí unas criaturas monstruosas, especie de insectos gigantes, amarillos con rayas negras, de varios metros de altura, con patas filosas y bocas con tenazas prensiles. Eran millones, se movían en grupos gigantescos. Unos sobre otros, arremolinados siguiendo el rastro de mi nave. Chillando para avisar a los otros insectos hacía donde me dirigía.
Al acercarme al punto de entrega, vi que el lugar era un fuerte militar improvisado, completamente rodeado por esas horrendas criaturas que intentaban una y otra vez, sortear las defensas del lugar y tomarlo por asalto. Finalmente, al descender en el helipuerto, descubrí que no eran operarios los que allí se encontraban sino soldados. Parece que la Federación estaba invadiendo todo ese sector poco explorado de la galaxia y se había encontrado con la fauna local dispuesta a resistir. Para colmo, lo que estaba llevando no eran provisiones, sino armas. Ni bien descendí, en lugar de realizar la descarga, todo el personal de la base se subió a la nave y me pidieron por favor que los sacara de ahí. Mientras nos íbamos pude ver como las defensas de la base fallaban y las hordas de insectos gigantes tomaban el lugar, devastándolo.
Nunca me había sentido peor en mi vida, me habían engañado como nunca antes. De haberlo sabido, nunca hubiese aceptado ese trabajo. Mintieron porque nadie hubiese aceptado ese trabajo sabiendo que ellos eran los invasores. Para colmo, hace un rato me llamaron los abogados de la Federación intimándome a pagarles por haber incumplido el contrato y ayudar a desertar a sus soldados ¡Dicen que soy yo el culpable de que hayan perdido la base! ¡Que ridículos por favor!-.
Mientras Rodrigo terminaba de desahogarse, Hernán miró debajo de un álbum de fotos y encontró el documento que su padre tan desesperadamente buscaba. Lo levantó a la altura de su rostro con expresión ganadora y sin decir palabra se lo dio. Rápidamente Rodrigo buscó entre las hojas.
– ¡Acá está! Artículo 765.324f... “Planeta deshabitado”... “Personal civil” y está firmado por el reclutador en jefe.-
-¿Y eso que quiere decir?- Preguntó Hernán desconcertado.
–Eso quiere decir que a la Federación Intergaláctica de Planetas se le terminaron las mentiras-.

lunes, 14 de abril de 2014

A Itineris



 “El perro se acercó al extraño con curiosidad. Nunca había sentido un olor parecido, pero algo en su forma de caminar lo mantenía tranquilo. Quiso verle la cara, pero se encontró con su propio reflejo en el casco del visitante, que siguió caminando sin prestarle atención.
 Era junio, y por las noches hacía mucho frío. El extraño no se cruzaría más que con el perro, a no ser que alguien lo estuviese esperando. Las botas de su traje espacial aplastaban la abundante maleza. El perro siguió al hombre, mientras este se acercaba a un grupo de árboles buscando algo. Aparentemente lo encontró, pues se sacó el casco y habló a la oscuridad:
- Ya estoy listo.

 No pude resistirlo, y salí de mi escondite antes de saber a quién le hablaba.
-¡No te vayas, Norberto!
 Todo sucedió muy rápido. Tu tío Norberto se sobresaltó, y apenas reaccionó fue con mucho enojo. Alguien me agarró de atrás, inmovilizándome completamente. El perro comenzó a ladrarnos a los tres.
-¿Qué haces acá, Rodrigo? ¡Te dije que te quedes en casa! – tu tío estaba alteradísimo.
-¿No te das cuenta que esto está mal? ¡Mirá como me tienen agarrado!
Norberto se quedó helado.
-Soltalo, Alea – el tal Alea aflojó un poco la tensión, sin dejar de agarrarme. - Soltalo te dije- en un movimiento brusco, me deshice del agarrón yo mismo.
-¿Le dijiste algo a papá?- Norberto realmente estaba preocupado.
- ¿Como te iba a hacer eso? Pero tenés que dejar esto.
-No seas cobarde. Me voy, hoy mismo. Necesito que lo entiendas.

 Y entonces se me acercó y puso una mano en mi hombro. Entendí que el destino de mi hermano continuaba en Itineris, y no en la tierra. Le di un abrazo que él, con su traje puesto, no pudo responder. No había nada más que decir. No era un adiós, era un hasta luego. Pero era uno bastante doloroso.
 Lamenté no tener edad aún para pilotear una nave… a diferencia de Norberto yo no tenía la posibilidad de desobedecer a nuestros padres y comenzar prematuramente mi carrera en otro planeta.
 La nave de Alea, el caza talentos, desapareció entre las estrellas, dejándome a los catorce años más solo que nunca. El perro se me acercó y lamió mi mano. Lo acaricié en la cabeza, y volví a casa con él a mi lado".

martes, 8 de abril de 2014

Sorteo de Sueños Futuros en facebook

 Festejando que superamos los 500 soñadores en facebook, lanzamos un sorteo. Se participa en nuestra página. ¡Están invitados!