lunes, 21 de octubre de 2013

Los Gornai



Rodrigo dio el beso de las buenas noches a Hernán y cuidó de que quedara bien tapado para otra  fría noche en la base lunar. Confiaba en que Hernán no se conformaría solo con eso. Y así fue, pues el niño le pidió que le contara, como todas las noches, una de sus aventuras.

“Hoy voy a contarte sobre cuando llegué a Gorn. Me habían contratado para transportar un cargamento desde Frutón hasta la Tierra, por lo que me esperaba un viaje largo. No había recorrido ni medio camino cuando uno de mis propulsores falló. Seguir con un solo propulsor hubiera sido algo peligroso, por lo que busqué el planeta más cercano donde poder aterrizar y reparar la astronave. Resultó ser Gorn, un gran planeta de categoría A, lo que significa que los seres humanos podemos respirar y caminar por él sin necesidad de equipamiento.
 Aterricé unas horas después en un desierto verde y gris. Programé unos cuantos cientos de nanobots para que revisaran todos los mecanismos de la astronave, pero el proceso llevaría por lo menos una semana. Mientras tanto, busqué en mi computadora información sobre el planeta en el que me encontraba. En esa época cuando todavía era posible encontrar planetas y culturas desconocidos para el hombre, había que prepararse de la mejor manera posible, y hacía falta tener toda la información disponible sobre cada lugar. Resultó que Gorn estaba habitado por una especie primitiva, los Gornai.  Como todavía desconocían la existencia de vida más allá de su planeta no consistían ningún problema mientras no me advirtieran. Pero no se sabía como reaccionarían ante una potencial amenaza desconocida, o sea yo.
 Siempre estuve dispuesto a sumar información en la base de datos de la humanidad, por lo que decidí salir a investigar. Llegar hasta lugar habitado me llevó más tiempo del planeado, porque la gravedad de ese planeta es ligeramente superior a la de la tierra.
 Usando mi perceptor audiocular, pude observar una pequeña tribu Gornai a una distancia segura. Era un espectáculo maravilloso. Los Gornai, seres similares a los humanos aunque de menor estatura y mayor musculatura, no vestían ropa alguna. Sin embargo, tenía frente a mí todo el espectro de los colores en movimiento. Pasé unos cuantos días espiándolos antes de entender que está en la naturaleza de los Gornai que sus acciones se dibujen en sus cuerpos. Para cualquiera que sepa leer los signos, no hay secretos entre los Gornai: alcanza con mirarlos atentamente para saber su historia, sus pensamientos, su yo.
 Años más tarde leí algunas disertaciones sobre los Gornai. Parece ser que hubo épocas en las que usaban su conocimiento para dañarse. Y aunque el uso de la ropa es totalmente innecesario para su cultura y para el templado clima de su planeta, algunos Gornai cuidadosos o arrepentidos la usaban, generando desconfianza entre ellos.
 Otros recurrían a medidas más drásticas. Para ocultar, y hasta para intentar olvidar, amputaban parte de su cuerpo, y así también de su historia.
 Pero cuando yo llegué a Gorn esas épocas oscuras ya habían terminado. Lo que yo pude ver fue a un pueblo viviendo en armonía, un pueblo en el que sus miembros se comprenden unos a otros, y se ayudan para que sus dibujos sean cada día más hermosos, y para que el dibujo que empieza en uno continúe en otros.”

- ¿Y qué le había pasado a la astronave? ¿Por qué falló?
- Nunca lo supe. Creo que el destino quería que yo forme parte de un dibujo más grande.  

2 comentarios:

  1. Muy bueno, Lucas. Gran texto e impresionante ilustración, muchas habilidades como escritor, uno, y dibujante el otro. Los felicito a ambos, ciencia ficción de la buena.
    ¡Saludos y el mayor de los éxitos con el emprendimiento en común!

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