martes, 24 de enero de 2017

12- La cara del robot


Los enfrentamientos y disturbios habían parado, pero parecía más una tregua no pautada que el cese definitivo de la violencia. El conflicto estaba lejos de resolverse y era tan complejo como múltiples sus causas: a la discusión religiosa y filosófica se le sumaban tensiones políticas, económicas y culturales, que exigían muchas veces respuestas contradictorias entre sí.
Andrés se sentía minúsculo. No solo por su papel en lo que los medios ya llamaban guerra civil, también porque su propia existencia era parte del plan de una versión anterior de sí mismo, malvada, retorcida. Unos días atrás había sorprendido a sus superiores y a la prensa al renunciar a su cargo en U.R.R.A. Su puesto era temporal y el reemplazo definitivo de la Jefa ya estaba elegido, así que no dejaría acéfala a la unidad por mucho tiempo, pero todos esperaban seguir contando con él como agente de campo.
Cyntheea fue la única que dio todo su apoyo a Andrés en esta decisión. Y se aseguró de que a su salida de la unidad todas las puertas le quedaran abiertas:
−Algún día quizá quieras volver a trabajar ayudando a otros− le dijo.
Warkus no tomó tan bien la decisión. El día de la despedida de Andrés, por primera vez en años llegó temprano a la oficina. Estaba sobrio. No dijo nada a su amigo, pero su expresión habló por él.
Una vez solo en su casa, Andrés tuvo la soledad que necesitaba para meditar. Pasaron los días y no pudo llegar a la conclusión que buscaba. Entonces, como en ocasiones anteriores, recurrió a la caja de recuerdos, los trofeos que recogía de cada misión en la que había participado. Ahora tenían un nuevo significado, él mismo era una máquina creada para cumplir una función: reencarnar a su creador.
Todos los fragmentos que había desparramado en la mesa armaban una figura. Desde el ángulo en donde estaba Andrés parecía una cara robótica, en un gesto extraño y agresivo. Reacomodó, como si fuera un juego, algunas piezas para que la cara sonría. Ese gesto, casi un reflejo, lo hizo comprender. Él podía mover las fichas. Él podía elegir. Tenía dos mitades, pero podía decidir qué peso darle a cada una. Podía cambiar las cosas de lugar, dibujar su propia sonrisa. No iba a repetir a su creador, no importaba qué función o plan hubiera tenido en mente al momento de crearlo, él iba a crear su propio camino.
Relajado por primera vez en meses, llamó a Sander. Las comprensiones se encadenaban y fue por eso que necesitó hablar muchas cosas con su compañero mecánico:
− Sander, amigo. Sé que esto no va a gustarte, pero creo que llegó el momento de que dejes este hogar.
 El robot quería replicar, pero Andrés siguió diciendo:
− Fuiste creado por un propósito, Sander, y por algún misterio que escapa a mi comprensión te rebelaste a él. No sé ahora qué es lo que te corresponde hacer. Pero estoy seguro de que estar acá encerrado, haciendo tareas que quedan chicas a tus capacidades, mientras afuera el mundo explota, no es la respuesta. No tenés que irte ahora mismo, pero armemos un nuevo plan. Uno en el que seas libre.
Pasaron la noche barajando distintas posibilidades, hasta que Sander fue descubriendo sus propias necesidades de acción. Se fue dibujando un posible mapa para él. Ya casi amanecía cuando, tras un pequeño momento de silencio, el robot miró a Andrés a los ojos:
− ¿Y vos qué vas a hacer, Andrés?
− Por empezar, voy a llamar a Cyntheea. Quiero que sea parte de mi nueva vida. No sé qué va a decirme. Aunque pasé mucho tiempo buscando mi verdad entre las máquinas, todavía tengo mucho que descubrir sobre la humanidad.

Mientras el robot preparaba un desayuno para su compañero, Andrés guardó sus recuerdos de nuevo en la caja. Arriba de todo puso una barra de metal fundida en una forma extraña: lo que quedaba de su llave de tuercas. Ya no iba a tener que defenderse de robots agresivos. Le esperaban otro tipo de aventuras.

FIN

1 comentario:

  1. ¡Hola terrícolas! Con este cuento da cierre nuestra segunda temporada, Sueños Futuros: historias de robots. Pronto habrá novedades de lo que se viene, mientras tanto aprovechamos la ocasión para celebrar y para agradecer a los que nos acompañaron a lo largo de este año y medio de aventuras robóticas.

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