jueves, 31 de mayo de 2018

El misil - Alejandro Emmerich - Ilustrador invitado: Facundo Oliva


Locación: Sector 9, los confines de la galaxia
Lugar de origen: La Tierra, 3er planeta desde el Sol
Planeta habitable mas cercano: Narodinia, entre 79000 y 85000 minutos luz, dependiendo de la trayectoria y del momento anual


  En el espacio es muy complicado medir el paso del tiempo. Por la distancia entre aquellas galaxias, como mínimo, deben haber pasado algunos siglos terrestres desde que estoy aquí. No estoy seguro. No pasan muchas cosas como para llevar un conteo de eventos ni nada parecido. Excepto por esa luz lejana que no recuerdo haber visto antes.
Soy —era— de la tierra. Toda mi vida quise ser astronauta, conocer planetas, viajar por el cosmos… 
…hasta que se perdió todo; lo único que queda ahora son los recuerdos. 
  Definitivamente esa luz es algo nuevo, casi puedo ver cómo crece, debería estar acercándose en esta dirección.
  Lo orgulloso que me sentí cuando llamaron para avisarme que había sido seleccionado para la primera expedición del “Viajero Escarlata”.  Comandada por Valentino, hijo del legendario capitán Roberto Escarlata, héroe de la exploración espacial de mi planeta y oriundo de la ciudad donde crecí.
Los preparativos para el viaje, el itinerario, la tripulación experimentada a la que acompañaría, todo era perfecto. Viajaban con nosotros algunos viejos compañeros del gran Roberto, como Pedro su mano derecha y 1er oficial durante incontables aventuras. Era un sueño hecho realidad, pero eso debería haber sido motivo suficiente como para sospechar un poco, ¿no? En algunas comunidades planetarias dicen que los terrícolas, al idear el concepto de ironía, nos condenamos para siempre a nunca ser del todo felices.
  La luz crece cada vez más, es un objeto que se acerca a gran velocidad, no puedo distinguir de qué se trata aún.
  Aquella vez me desperté y vi a la tripulación alborotada. Estaban todos demasiado agitados como para estar recorriendo uno de los cuadrantes supuestamente yermos de los confines de la galaxia. Valentino y Pedro estaban al mando, nunca los había visto juntos y tan serios. María Gabriela se acercó y me dijo que los instrumentos habían detectado un objeto en nuestra dirección. No habían podido identificarlo aún, pero por su velocidad y trayectoria, podría tratarse de un antiguo misil rastreador del Imperio extragaláctico. De ser así, había estado a la deriva durante varios años hasta que detectó nuestra nave. 
—¡Motores a plena potencia! — había ordenado Valentino. 
— De qué sirve ser cauteloso si ya nos descubrieron- había acotado Pedro, y agregó: —Si nos alcanza no tendrá sentido guardar el combustible para otra aventura. 
  El Viajero Escarlata atravesó el espacio a gran velocidad, con los motores trabajando a tope. Sin embargo, el misil se acercaba cada vez más. 
—Malas noticias, es un PRN76— había dicho Miguel, el oficial navegante encargado de los sensores y radares, y al escucharlo los rostros de todos los miembros de la tripulación se ensombrecieron.
— ¿Qué es un PRN76? — pregunté en voz baja a María Gabriela.
—Es un misil desintegrador. Hace desaparecer la materia, pero atrapa la conciencia y la encapsula indefinidamente en un pliego del espacio-tiempo, hasta que una cuadrilla de cosechadores las recoge. Como el Imperio extragaláctico fue derrotado hace bastante, puede ser que estemos atrapados en esas cápsulas de conciencia por mucho tiempo. ¡Y sin cuerpos a los que volver! — dijo ella, y se me revolvieron las tripas.
— ¡Comiencen las maniobras evasivas y activen los señuelos! — ordenó Valentino y un segundo después salió de la nave una pequeña cuadrilla de robots en dirección al misil, dispuestos a bombardearlo con señales confusas y contradictorias. Pero la Inteligencia Artificial del misil era demasiado avanzada para nuestra burda tecnología civil de exploración. Poco después, a pesar del enorme esfuerzo de los pilotos y de toda la tripulación, el misil nos alcanzó. 
  Con algo de suerte esa luz que se acerca es una nave que recibió nuestras últimas coordenadas y vino al rescate.
  Debo decir que al principio no comprendí mucho lo que pasó. Hubo gritos, una sacudida fuerte y una luz que envolvió todo. Después, nada. Era como despertarse de un sueño muy profundo, cuando todavía no sabés si estás dormido o despierto. No sé cuánto tiempo pasó hasta que pude entender qué había ocurrido, y tampoco sé cuánto tiempo pasó hasta ahora.
Ahora lo comprendo, ese objeto que se acerca es un misil del Imperio extragaláctico. Los malditos dejaron muchos por esta zona de la galaxia. Casi seguro percibió las señales de alguna nave desprevenida y salió a su cacería.

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