Rodrigo llamó por tercera vez a Hernán, que no
se despegaba del holovisor. Un promotor estaba describiendo un juguete nuevo,
que a Hernán le parecía la felicidad misma.
- Pa, ¿Cuál fue tu
primer trabajo?- Hernán finalmente fue a la cama- ¿y cuantos años tenías?
- ¿Estás pensando en
trabajar? Ya te dije que no es por la
plata... que si la semana que viene seguís queriendo el juguete, te lo compro.-
Y al tiempo que le hacía cosquillas agregó:- Pero me parece que es un capricho
nada más.
“Vos sabés que
siempre fui piloto, hasta durante la guerra. Pero mi primer trabajo en realidad
fue antes de manejar una nave. Fue en las vacaciones de… dejame ver… en el
3574. Yo tenía unos quince años, y tus abuelos pensaron que iba ser bueno para
mí entender el valor del trabajo. Entonces le pidieron a Corlino, un amigo del
abuelo, que me dejara trabajar en su negocio un par de meses.
Corlino era un hombre
serio y callado, con el que no me gustaba estar. Pero él casi siempre estaba
muy ocupado, concentrado en ganar más plata. Yo, mientras tanto, estaba
maravillado con la “tecnología interplanetaria” que vendíamos. Y como mi tarea
principal era hacer una lista de los haberes en depósito,
casi todo el tiempo
estaba solo y podía distraerme probando cosas.
Un día estaba jugando
con un micro-ser, una especie de robotito diseñado para crecer y aprender cosas
de su dueño, y Corlino entró de golpe. Yo pensé que iba a retarme pero, por el
contrario, me dijo que ya que había demostrado ser de confianza iba a llevarme
a Ghosinp, a comprar productos exóticos para el local.
Ghosinp es un planeta
dedicado exclusivamente a la venta y compra de todas las cosas imaginables.
Aunque se jacta de haber sido neutral en todos los conflictos galácticos, en
realidad varios de esos conflictos surgieron allá, y es un lugar en el que la
única ley es el valor de la plata; en otras palabras, es un lugar muy peligroso
y lleno de mafiosos, disfrazado de parque de diversiones.
Corlino me ordenó que
llevara una caja, sorprendentemente pesada para su tamaño. Me advirtió que no
me separase de él, y entramos en un negocio sucio y oscuro. Era una librería,
pero los clientes parecían más interesados en hablar entre sí que en los
libros.
Corlino habló con el
librero en un idioma extraño, seguramente
Ghosinpeano. Durante la conversación me señaló varias veces. Mi curiosidad iba
en ascenso, así que cuando no me prestaban atención, abrí una porción del
paquete para ver qué estaba llevando.¡Eran armas! ¡Corlino era un traficante!
Sin perder ni un
minuto, salí corriendo. La multitud y el bullicio me ayudarían a escapar,
pensé. No contaba con que Corlino, o su comprador, tuvieran cómplices o
guardias. En menos de un segundo, tenía a media docena de hombres persiguiéndome,
entre los que estaba el mismo Corlino, demasiado inteligente y soberbio como
para tratar de justificarse conmigo.
Me gritaban “ladrón”,
por lo que era cuestión de tiempo para que algún valiente, creyendo hacer el
bien, me detuviera. Yo sabía que evitar que esas armas lleguen a destino era
salvar vidas arriesgando la mía propia, y también sabía que nadie en todo el
planeta iba a ayudarme. Saqué un arma del paquete, un dispersador de moleculas,
y dejé de correr.
Corlino y los otros
me rodearon, cerrando el círculo en forma cuidadosa y pausada.
-Pibe, danos la caja y te podés ir tranquilo a donde
quieras. Si no, game over.
Yo no quería morir,
pero tampoco quería matar a nadie. Por eso en vez de apuntar hacia ellos apunté
hacia la caja, y me hice el que no tenía miedo:
- No entendés como es esto, Corlino. Yo sé como funcionan
varios dispersadores potenciados entre sí. O bajan las armas o estamos todos
fritos.”
-Como ves, no duré
mucho en mi primer trabajo. Ni gané mucha plata. Pero no cualquiera desmantela
un grupo de traficantes a los quince años.
Imagino la cara de satisfacción del niño al que su papá le cuenta la historia, cuando lo ve ganador en esa mini-batalla.
ResponderEliminarMuy bueno, me gustó mucho.
Saludos.
¿Quién dijo que el humano nació para trabajar? Ah, cierto... la biblia... y el capitalismo.
ResponderEliminarSaludos
J.
¡Gracias por sus comentarios! ¡Es muy alentador tener visitas (que se hagan ver) por acá!
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